Este mes de agosto, decidimos redescubrir Barcelona. Estuvimos muchos años viviendo ahí, pero también llevamos más de 15 años fuera de ella, con visitas esporádicas. Así que, en pleno mes de agosto, confiando en que la ciudad estaba más tranquila, nos seleccionamos un hotelito céntrico (fácil ya que casi cada calle dispone de al menos 4 establecimientos). El plan consistía en visitar cada día un distrito o barrio en el que habíamos vivido o pasado mucho tiempo, para ver la evolución que han hecho. Sabemos que las ciudades evolucionan y más una Barcelona inquieta y estábamos ansiosos de lo que podíamos encontrar.
El Raval:
Este barrio lo conocíamos de nuestra juventud. En una época que no se entraba en él si no fuera imprescindible o por frecuentar Casa Leopoldo, Boadas Cocktails y algunos bares en la parte baja derecha de la Rambla. A finales del pasado siglo, el barrio sufrió una transformación urbanística importante. Un nuevo Teatro del Liceo (por cierto, el único en Europa que conozco que no esta ubicado en una bonita plaza con alrededores que puedan hacer honor a lo que ahí dentro pasa en el arte escénico), el MACBA, la Universidad, la biblioteca general, nuevas plazas, edificios modernos combinados con las clásicas casas de 3 plantas habituales. Pero nuestra impresión fue más de cierta desilusión que asombro por lo que ahí había pasado en las últimas dos décadas. Las calles oscuras, higiene más que deficiente, comercios poco atractivos, bares y restaurantes del montón excepto algunos clásicos que siguen como siempre. Nada especial y atractivo para el visitante ocasional o el residente local de la ciudad y menos como primera impresión.
Barrio Gótico:
Sigue siendo cuidado y atractivo sobre todo para los foráneos. Hay autenticas avalanchas de visitantes desde Plaza Catalunya Portal del Ángel hacia el mar y luego todos Ramblas para arriba. Entre medio, la Catedral, Plaza Sant Jaume, Plaza Real y las callecitas que los conectan. Esta última plaza ha perdido su encanto. Ya no hay vida local. Sólo hay restaurantes y vuele regularmente a todo tipo de humos de frituras que dan perfume de poco apetecible. Todo es ruido y gente a todas horas. El paseo de Portal del Ângel y Puertaferrissa se ha rendido como todos los centros peatonales a los dragones de las franquicias y no tiene ningún carácter especial más que para comprar ropas, que venden en cualquier centro de otra ciudad. Lástima también que el conocido como “Húmedo” por su cercanía al mar, que escondía una ruta de tapeo popular y auténtica ya no ofrece nada de ello.
Barrio El Born
Hay, cuantas noches largas y divertidas en el Born en los 80 y 90 del siglo pasado. Un renacer de pequeños comercios, diseñadores noveles de moda y complementos, el Museo Picasso o como alternativa el Xampanyet. La plaza de Les Olles y los barecitos del Passeig del Born y el Carrer Rec. Hoy, el comercio es principalmente de souvenirs y con la epidemia muchos comercios de moda han tenido que cerrar esperando renacer en otros barrios, no tan dependientes del turismo. El Born ahora tiene mas zonas peatonales, plazas y otras instalaciones, pero para los que siempre han vivido y trabajado ahí, poca esperanza les queda en encontrar los encantos perdidos.
Es una pena que nos hemos olvidado de que muchos de los atractivos comercios modernistas que tanto carácter han dado a estos barrios de la ciudad, desaparecen sin piedad, siendo uno de los mayores bienes culturales e incluso atractivos turísticos.
La Barceloneta:
En mi juventud allá de 1979 desde Paseo Colón hacía la Barceloneta con el viejo puerto mercantil de por medio, era terreno prohibido de noche. De día se bajaban a los chiringuitos a comer arroces y Fideuà en Cal Costa donde con suerte tenías mesa con los pies a pie de la arena. Ha sido impresionante la transformación de este barrio y de lo que es hoy en día. Ha significado una apertura de la ciudad hacía el mar que antes sólo se conocía de un paseo en las Golondrinas del puerto o el rompeolas.
El antiguo barrio de pescadores y trabajadores del puerto hoy es una zona de ocio y turismo poco atractivo, sobre todo de noche. Pero de día la Barceloneta todavía ofrece rincones atractivos y algo de vida del barrio que fue. Desde ahí hay que caminar por el paseo marítimo hasta la playa del Somorrostro, hoy apacible y cuidada. Punto de encuentro de locales y visitantes. Pero hay que descubrir su historia y pasado. Todas las ciudades han tenido en su época de crecimiento sus barrios de la vergüenza, donde se aglutinaba gente trabajadora más que sencilla que venían desde lejos para construir la Barcelona moderna. Pero ellos pasaron un auténtico malvivir en las Barracas del Somorrostro. Naturalmente no es un pasado del que la ciudad se precia, pero es recomendable documentarse un poco de como era esta zona y la vida de supervivencia a mediados del siglo pasado.
La Sagrada Familia y el Hospital Sant Pau:
Ya está cerca de ver acabado el templo de Gaudí tan genialmente diseñado. Ahora sorprende su excepcional luz interior y los espacios irrepetibles. Estando ahí es muy bonito subir el Paseo Gaudí hasta el Hospital de Sant Pau, del arquitecto Domenech i Montaner que ha sabido plasmar la unión del diseño con la utilidad de un hospital en una obra única. Perfectamente restaurado y cuidado al detalle, has sido en nuestra estancia la sorpresa más agradable de todo lo que se debería considerar de visita obligatoria cultural en la ciudad.
Barrio de Gràcia
La ciudad en la ciudad. Nacida no como un barrio, sino como independiente, la historia y el crecimiento de la ciudad condal lo ha ido absorbiendo.
Sin calles anchas, sin edificios altos, con poco per caótico tráfico es siempre una visita interesante. Pasamos nuestros años de estudiante ahí y que más decir. Luego tuvo una época de cierta decadencia y hoy vuelve a ser un barrio con su encanto, con mucha influencia y culturas de otros países, pero donde los locales siguen siendo mayoría. Placitas acogedoras, tiendas y comercios de barrio y una variedad gastronómica de los 5 continentes.
Hasta aquí hoy estas líneas. Seguiremos con otros barrios en una próxima visita, ya que 4 días fueron más que suficiente en pleno mes de agosto.
Pero otra visita a Barcelona es posible, dentro del concepto de slow travel y local host.
Es por ello, que hemos querido publicar nuestra reflexión de que la ciudad sigue teniendo muchos atractivos, fuera de la concentración turística que muestran una ciudad apetecible. Próximamente publicaremos nuestra experiencia en los barrios que nos han quedado pendientes en esta visita. No hemos publicado a propósito lugares, bares, templos de la gastronomía y comercios, así como rincones y plazas para no hacer correr la voz en los medios sociales demasiado fácil. Pero os invitamos a todos a buscar la Barcelona alternativa que os sorprenderá y donde el visitante esta en minoría para poder convivir con los locales por un tiempo determinado.
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